lunes, 26 de septiembre de 2016

El niño de las fintas

A día de hoy, uno de los destinos más frecuentados por los grandes ojeadores del fútbol europeo lo ubicamos en el Estadio Maksimir, en Zagreb. Más allá de esa característica azul pista de atletismo que rodea el terreno de juego, los aficionados del Dinamo, durante los últimos años, han podido gozar de la inagotable fuente de talento que atesoran las categorías inferiores de su equipo. Estrellas mundiales como Mandzukic y Modric son las actuales figuras representantes de la fábrica que se ha desarrollado en la capital croata. Sin embargo, encontramos varios proyectos de futbolistas que ya militan en ligas importantes que son candidatos a convertirse en los próximos símbolos del actual campeón de la 1. HNL: Brozovic, Halilovic, Kovacic y, más recientemente traspasados, Pjaca y Rog. Todos ellos, talentos en crecimiento. No obstante, el club, a pesar de la marcha de estos dos últimos, ha conseguido retener para esta temporada al que muchos consideran como el adolescente de oro. Él es Ante Coric, el niño de las fintas.

Su historia empieza muy pronto. En 2006, con 9 años, ya se habían filmado partidos del chico, en los que realizaba auténticas virguerías con un balón que le llegaba a la altura de las rodillas. Con 11 años y varios dientes primarios, ya se presentaba ante las cámaras del Red Bull Salzburgo (su equipo previo al Dinamo Zagreb), introduciéndose, haciendo toques con el interior de sus dos botas 'multi-taco' y regateando al aire en medio de un estadio completamente vacío. Un momento significativo en su descubrimiento definitivo se produce cuando, un año exacto después de fichar por el Dinamo (mayo de 2014), el club decide renovarle hasta 2020. Sabían perfectamente lo que estaban haciendo, y con quién. Desde el primer momento, ese chaval del flequillo de tierna apariencia olía a algo 
especial.

Si bien es verdad que hoy en día se hace muy complejo comparar dos futbolistas entre sí, se pueden observar ciertas similitudes entre las virtudes de Coric y las de Iniesta. Además de compartir (a otro nivel, de momento) un exquisito trato de balón, un don para el 'dribbling', una privilegiada visión de juego y una envidiable capacidad para el primer toque, sus posiciones preferidas en el verde coinciden en gran parte. Siendo interiores con características de mediapunta, parten siempre desde izquierda, ya sea como tendencia habitual o como posicionamiento de salida (así lo hizo Iniesta varios años en la Selección). Lo que sorprende de un jugador tan exageradamente joven es la capacidad para controlar la situación casi tan bien como hace con el balón. Es más, su toma de decisiones es bastante más madura de lo normal en adolescentes talentosos, factor que resulta más importante de lo que parece para valorar la magnitud de una joven promesa.

Lo que parece claro es que, inminentemente, va a dar el salto a un grande de Europa. Y eso, hoy en día, puede ser un problema. La ilusión del chaval puede evolucionar en una situación complicada en cuestión de meses, al ver que los mayores están muy por encima suyo y que la apuesta que el club ha hecho por él es otra más. Para el desarrollo del talento de Ante, la confianza en el mismo se antoja como un factor imprescindible y, para ello, tendrá que saber elegir bien su destino más allá del Maksimir. Para el Dinamo, sin embargo, se va a tratar de otro día más en la oficina.

 

Por: Lluís Fullana (@lluisfullana)

domingo, 11 de septiembre de 2016

Los de azul y negro

Recuerdo cuando, con unos 8 años, mi tío me enseñaba las que, para él, eran las camisetas de fútbol más bonitas del mundo. Cada año se asomaban nuevos modelos entre esa clasificación, pero la primera en esa ficticia tabla siempre era la misma: la del Inter de Milán. Siendo mi tío una de las grandes influencias para mí en esto del fútbol, le hacía caso en todo. A partir de ese momento, la remera nerazzurri siempre ha sido mi favorita. Que más me daba a mí si el Brujas o el Atalanta llevaban esas mismas rayas azules y negras. No era la del Inter, no valía. 

Cuatro años más tarde, "el equipo de la camiseta bonita" se proclamaba campeón de Europa. Fue allí cuando recordé nostálgicamente esas conversaciones con mi tío. Desde entonces, la diminuta trascendencia en el panorama doméstico y europeo de la que ha podido gozar el equipo del Meazza ha hecho desarrollar mi simpatía en indiferencia.

Sin embargo, con Nápoles y Roma debilitados tras el mercado, ¿puede ser el momento del Inter para reaparecer en primera escena europea?. Tras el increíble trabajo de la dirección deportiva durante este verano, debería de ser candidato a ello. El once que puede montar Frank De Boer es muy competitivo. Pero, ahora sí, a nivel mundial.

Samir Handanovic: Bajo mi punto de vista, el mejor portero de la liga y uno de los mejores del mundo. Si no fuese por el esloveno, las últimas temporadas del Inter hubiesen podido acabar en catástrofe. Aún así, erra demasiado con los pies.

Danilo D'Ambrosio: Capaz de lo mejor y de lo peor. Tiene que encontrar constancia en su juego para evitar ser lo que, por ahora, parece ser: uno de los puntos débiles del once. Tener poca competencia puede ser perjudicial para el lateral. Veremos.

Joao Miranda: Contrastado a nivel mundial, tiene poco que demostrar. Ya fue protagonista positivo de la última campaña del equipo. Cada vez más plasma la veteranía en su juego. También puede ser importante su faceta goleadora en acciones a balón parado.

Jeison Murillo: Tiene que controlar más y mejor su temperamento. El ímpetu y la agresividad con la que se emplea en cada una de sus acciones defensivas le juegan malas pasadas (concesión de penales, expulsiones,...). Por lo demás, muy buen proyecto de central.

Cristian Ansaldi: No se esperaba tan buen rendimiento del argentino en Genoa. Ha jugado en izquierda y en derecha, lo que siempre dobla la utilidad de un jugador de banda. Aún así, tiene que confirmar esas buenas sensaciones transmitidas el curso pasado. 

Geoffrey Kondogbia: En Sevilla pintaba para un equipo grande, pero ha preferido evolucionar en equipos algo menores a lo que podemos denominar élite mundial. Igual no le haya hecho bien. Va a ser el 'box to box' del equipo. Tiene que aprovechar algo más su golpeo lejano de zurda.

Gary Medel / Marcelo Brozovic: Representan perfiles antagónicos. Que Medel haya actuado en muchas ocasiones como central y Brozovic como extremo lo dice todo. Para generar asociaciones ofensivas, el chileno deberá cederle el sitio al croata. Sin embargo, ante rivales partidarios de jugar mucho al balón, el 'Pitbull' las tiene todas consigo para ser de la partida.

Éver Banega: Todas las jugadas de ataque van a pasar, sí o sí, por sus botas. Tiene que coger las riendas del equipo en su primera temporada. Para muchos, eso sería un objetivo algo utópico, si bien, el argentino tiene personalidad y calidad de sobra para así hacerlo.

Ivan Perisic: De los mejores extremos de la liga, sin duda. Sus 4 partidos en la última Eurocopa son una delicia. Necesita constancia a la hora de influir en el juego del equipo, ya que desaparece de los partidos con demasiada facilidad. 

Antonio Candreva: Otro que tal baila. Lleva siendo uno de los mejores jugadores de banda del campeonato durante demasiados años como para obtener tan poco reconocimiento. A Icardi le van a gustar mucho los centros que salgan de la bota derecha del de Tor de Cenci. Un genio infravalorado.

Mauro Icardi: Con Gabriel Barbosa y Jovetic esperando su oportunidad en el banco, el argentino tiene que demostrar durante cada fin de semana lo que, en ocasiones, es: uno de los mejores delanteros del campeonato. Los centros de Candreva y Perisic hacia su testa van a ser un recurso muy explotado durante los momentos de atasco asociativo.

Como diría Emery, para sacarles rendimiento a este grupo de jugadores, deben de tener en mente que hay varias alternativas en el banquillo que están muy cerca del nivel necesario para arrebatarles un puesto en el once.  João Mário, 'Gabigol', Jovetic y Éder hubiesen sido titulares poco discutibles en otras versiones no muy lejanas del Inter. Ahora, sin embargo, van a tener que competir muy duro para ganarse la confianza del míster.

Analizada gran parte de la plantilla, hay que reflexionar sobre el trabajo que puede hacer sobre ella el entrenador. A mí, personalmente, el fichaje de Frank De Boer me confunde. Recuerdo pocos casos en los que un míster deja de entrenar en Holanda para hacerlo en Italia. Es alternar una liga en la que los rivales te conceden excesivas facilidades para atacar portería con otra en la que apenas se reciben ocasiones de gol. Además, en Ámsterdam existe una clara filosofía de club: hay que hacer evolucionar correctamente todo el talento que sale de abajo. Esa consigna no es, ni mucho menos, algo que se le vaya a pedir al holandés en Milán, quién va a estar obligado a sacar resultado fin de semana tras fin de semana. Y, si no es mediante una gran actuación colectiva, tendrá que ser a base de oficio e intensidad, algo con lo que el bueno de Frank no está acostumbrado a trabajar.

Veremos si el ex-jugador del Barça podrá hacer frente a todas esas dudas que a mí, por lo menos, me genera su contratación. Hay que añadir que, hoy en día, sería demasiado ambicioso querer pensar en pelearle el título a la Juve, pero el subcampeonato suena, muchos años después, como un objetivo verosímil. Personalmente, que el Inter consiguiera algo grande esta temporada sería una tremenda alegría y, sobre todo, una excusa bien disimulada para entablar una conversación con mi tío sobre qué equipo, después de todos estos años, viste la camiseta más bonita del mundo.



Por Lluís Fullana (@lluisfullana)

martes, 23 de agosto de 2016

Enróllate, Jorge

Después de las derrotas en Supercopa de Europa y España, el Sevilla se estrenaba en Liga con algún que otro ápice de incertidumbre entre el aficionado hispalense. Esa impresión se debía a los experimentos colmados de innovación que había ensayado Sampaoli en, sobre todo, su último partido antes de su debut liguero. El 3-3-3-1 como sistema inicial, Mercado e Iborra como centrales, Sarabia como carrilero y una valentía descarada que aguantó lo que Messi tardó en empezar a divertirse. Evidentemente, no era una prueba casual. Desde luego que no.

Su oposición en el estreno era un Espanyol con muchas caras nuevas y, varias de ellas, muy ilusionantes. Los blanquiazules salieron con Leo Baptistao-Gerard Moreno arriba, pero Jorge ya tenía un plan. Ese plan era divertirse y divertir.  Ah, y marcar más goles que el rival. Pablo Sarabia, Vitolo, Kiyotake, el 'Mudo', Vietto y Ben Yedder, todos ellos exponentes atacantes, en un mismo once. Con Mariano y el propio Vitolo con evidente y constante vocación ofensiva por banda, el Sevilla encajaba los contraataques pericos con Mercado, Nico Pareja y, ocasionalmente, N'Zonzi como únicas unidades protectoras del sector defensivo.

0-1, 1-1, 2-1, 2-2, 2-3, 3-3 (al final de la primera mitad), 4-3, 5-3, 6-3 y 6-4. Impresionante vaivén de emociones en la grada, propio de un partido de Premier. Eso sí, en el Pizjuán solo gustaba cuando el equipo ganaba. La falta de efectivos en la zaga preocupaba, pero solamente cuando el equipo estaba por debajo del marcador. Ese va a ser el principal inconveniente de Sampaoli para convencer a la hinchada, que viene de ver como su equipo ha conseguido éxitos mayúsculos sin necesidad de entretener al espectador.

Poca gente confía en el riesgo que podría asumir el técnico argentino si prosiguiera con tal filosofía de juego. Si bien, creo que es necesario plantearse el efecto real que podría producir frecuentar esa consigna. El Sevilla cuenta con un gran potencial ofensivo y con grandes alternativas para diferentes partidos en esa zona del juego, además de dos jugadores que encajan perfectamente para el perfil de pivote ancla (N'Zonzi y Kranevitter) para ayudar a la línea defensiva que, de momento, parece ser el punto débil del estilo.

La cuestión es que Sampaoli está ante una oportunidad magnífica para ser en Nervión lo que ya es en Chile. Y es que la conexión con la grada puede ser mágica. Imaginad ser del equipo que practica el fútbol más vistoso de Europa. Pues eso.




Por: Lluís Fullana (@lluisfullana)

viernes, 12 de agosto de 2016

La Voz de la Conciencia (II): Los mejores nunca serán ET

El hype -o las altas expectativas, para los puristas- que tiene sobre sí la Premier de cara a la temporada que arranca mañana no tiene precedente alguno. O al menos yo no lo recuerdo. Podría decirse que, aunque no comparta esta opinión, cuatro de los cinco mejores entrenadores del mundo viven en Inglaterra a 12 de agosto de 2016. Veremos a Mourinho y Klopp contra Guardiola de nuevo, a Conte enfrentándose a los mejores,... Lo que queda claro es que esta Premier promete.

Ante la falta de resultados en Europa, los clubes ingleses recurren a los mejores entrenadores, salvo el Hull City, del que todos huyen -sí, entrenador incluido-. Una temporada de impredecible resultado, pero en la que los equipos de Manchester parten como favoritos, siendo estos los que más se han reforzado y los que mejores plantillas tienen. Guardiola ha apostado por la calidad y el juego asociativo -¡oh, sorpresa!- y Mourinho por el carácter -más sorprendente aún-. Sin embargo, no esperamos un Mou-Pep a la española, por el hecho de que los rivales son de una entidad superior al Atlético de Quique Sánchez Flores, al Málaga de Pellegrini, al Valencia de Emery y al Villarreal de Garrido.

Uno de los entrenadores presentes en aquella época en la liga española era Mauricio Pochettino, al que tenemos también en las islas. Su Tottenham fue uno de los mejores equipos de la pasada campaña, siendo el más serio competidor del Leicester en la pelea por la Premier y asegurándose una plaza en la Champions. Quizá eso pase factura a los spurs, pero ya demostraron de lo que son capaces.

El Arsenal de Wenger, con mucho jugón en medio campo, pretende plantar batalla. No obstante, son los vigentes subcampeones y no se han reforzado mal. Pero al técnico francés parece faltarle el gen ganador que sus rivales poseen.

Por último, están Liverpool y Chelsea, con dos grandes entrenadores, sin competición europea que disputar, y con la necesidad de mejorar los resultados de la pasada campaña. Los altavoces de Anfield y Stamford Bridge quieren hacer sonar el himno de la Champions de nuevo. Y quieren hacerlo a no mucho tardar.

Pero, ¿sabéis qué? Nada ni nadie superarán lo vivido la pasada campaña. El Leicester, vigente campeón, hizo saltar todos los pronósticos por los aires y nos regaló la temporada más increíble, divertida y emocionante de la historia. Al fin y al cabo, por más estrellas que brillen en una competición, el ver a un equipo humilde desafiar a la lógica de tal manera es algo simplemente insuperable. Un grupo con el que todos pudimos sentirnos identificados. El juego combinativo de Pep podrá deslumbrar, o el United de Mou aplastar rivales. Es posible que el Liverpool de Klopp nos haga disfrutar, o que caigamos rendidos ante las clases tácticas de Conte. Pero nadie mejorará al Leicester. Eso sí, repetir lo irrepetible sería como ver a E.T. aterrizar en Picadilly Circus. Palabra de Claudio I de Leicester.

Por: Jon Fernández Mur (@Mur_98)

domingo, 10 de julio de 2016

Oro en 6 meses lisos

El Balón de Oro es, realmente, otro factor que ensalza las individualidades en un deporte tan colectivo (si es eso un adjetivo) como el fútbol. Es más, se trata del galardón de la singularidad por excelencia, si hablamos de influencia sobre el sesgo mediático. A pesar de ser un habitual arremetedor del premio, el debate que se genera entorno al mismo me incapacita de no dar mi opinión. Aún así, con el Balón de Oro englobando el año natural, me voy a ceñir a los que, bajo mi punto de vista, han sido los mejores jugadores de la temporada 2015-2016. Entre los candidatos más serios al 'Top 3' incluyo a: Neymar, Bale, Griezmann, Suárez, Modric, Ronaldo y Messi.

Neymar: A muchos se les ha olvidado la primera vuelta del brasileño. Con Messi lesionado, se le cedía el protagonismo y se le reclamaba ser la solución que era Leo. La respuesta de Ney fue bárbara, haciendo valer su experiencia como indiscutible líder de Santos en su pasado 'peixe'. Hasta ese momento, estaba siendo el jugador de la temporada con, además, grandes cifras goleadoras. Sin embargo, su segunda mitad de competición ha sido decepcionante. Impreciso en el pase, en las decisiones e incluso en el regate, Neymar ha sido un factor importante a la hora de analizar el bajón en la segunda vuelta de los azulgranas. Premiando la regularidad y la constancia, no puedo incluír al paulista entre mis tres jugadores de la temporada.

Bale: Las dos primeras temporadas de Bale en Madrid habían sido muy discretas, a pesar de aparecer en algún que otro momento decisivo. Esta tercera, sin embargo, ha sido de todo menos discreta. Ha conseguido implantar su personalidad en la influencia del juego madridista y ha prosperado notablemente en el juego asociativo, dejando de banda ese jugador que solo se sentía cómodo con espacios, aunque, evidentemente, siga siendo dónde más dañino resulta ser el galés. Además, su Eurocopa ha sido un escándalo, acaparando todo el protagonismo ofensivo (e incluso creativo, junto con Allen y Ramsey) de una Gales semifinalista, que se dice pronto. Si bien, lo que no ha podido dejar de banda ha sido su tendencia a caer lesionado de manera reiterada. Pero que ese haya sido su mayor hándicap durante toda la temporada, habla muy bien de la campaña de Gareth que, por lo demostrado en el verde, merece un puesto entre los tres mejores futbolistas del curso.

Griezmann: Puede parecer sensacionalista hablar del de Mâcon como uno de los jugadores de la temporada después de la gran Eurocopa que está realizando, por encima de jugadores que no han estado tan brillantes durante el torneo como Lewandowski o Ibrahimovic pero que, sin embargo, han hecho grandes méritos en su club, al nivel de los del francés. Pero la realidad es que Griezmann ha tenido que ser un futbolista mucho más auto-suficiente y un constante líder ofensivo, ya que Bayern y PSG son conjuntos mucho más creativos y que tienen más variantes protagonistas que el Atleti, en cuanto al juego de ataque se refiere. Un total de 32 goles en, insisto, un equipo tan poco goleador exaltan la campaña del galo. No obstante, su inconveniente es mucho más elemental. Creo que Griezmann tiene que asentarse como estrella mundial y, desde luego, que va camino de hacerlo. Pero, hoy en día, hablar de la mejor temporada de Griezmann, creo que sigue sin ser suficiente como para insertarlo entre los tres dominantes del deporte durante esta campaña.

Suárez: Por las mismas razones de carácter efectista por las que Bale y Griezmann se han visto afectados positivamente, se ha subestimado la temporada de Luis Suárez, debido a la lesión que le ha impedido jugar con su selección en la Copa América Centenario. Máximo goleador en Europa, el uruguayo ha estado en, prácticamente, todos los momentos clave de la campaña barcelonista. Ha sido la temporada de la confirmación de que Luis ha reciclado ese driblador con buenos números goleadores para convertirse en el mejor nueve goleador del planeta. También, su constante movilidad, repleta de actividades inteligentes, ha resultado tremendamente fructífera para el entendimiento asociativo del juego ofensivo. Realmente, se le pueden poner escasas pegas a su temporada, ya que ha sido constantemente determinante. Creo que hay motivos de sobra para pensar que el charrúa tendría que estar entre los mejores, si no el mejor, jugadores de la temporada por unanimidad.

Modric: Tenía que colarse. Por influencia en sus equipos, recuerda, cada año más, a Xavi. De hecho, me atrevería a catalogar la temporada de Modric como la mejor de su carrera, que es poca broma. Fundamental la introducción de Casemiro en el pivote, quién le ha liberado en gran parte de un excesivo desgaste defensivo. Madura su toma de decisiones a medida que va acomodándose a esa figura que acompasa el juego. Si su llegada de segunda línea, algo que puede complementar perfectamente con su función organizativa (y más con Kroos como otro interior), fuera más determinante sería algo más que el mejor mediocentro del mundo. Por ahora, le calificaría así.

Cristiano Ronaldo: Indiscutible el portugués en este tipo de índices individuales. Sus números son, como siempre, descomunales. También reciclado como el goleador más completo que existe, Cristiano las ha enchufado de todas las maneras. Por arriba, con la diestra, con la zurda, desde lejos, desde cerca, al desmarque, con buenos movimientos en estático,...Los números son su mayor baza, y ese es el problema. Demasiadas pérdidas de balón y cada vez menos predominante en el juego de su equipo. Además, se le acusa de no ser el jugador que se espera de él en las citas capitales, dónde, en Champions, no ha conseguido marcar, más allá de su exhibición ante el Wolfsburgo. Lo que es un hecho es que el luso no ha sido determinante en los partidos más laboriosos y, por eso y por el poco peso que ha tenido en el juego del Madrid y de la selección portuguesa, le dejo fuera de mis tres jugadores de esta 2015-2016.

Messi: Queda una vacante, queda Messi. Acostumbrados a ver a Leo como el jugador que decide todos los partidos del Barça, su temporada ha recibido alguna que otra crítica. Injustificada cada una de ellas, por cierto. Con lo resolutorio que ha resultado ser Suárez, Messi ha compaginado actuaciones decisivas en el marcador con actividad asociativa y circulativa. Solo él ha podido cubrir la ausencia de Xavi en este equipo, mediante un notable desarrollo de lectura del juego y organizando, en muchas ocasiones, al equipo desde el mediocampo. Ante grandes equipos, algunos nos quisieron hacer ver que si jugaba a primer toque era porque le quemaba el balón o que si intercambiaba posiciones en el campo era porque, en ocasiones, se encontraba perdido, olvidando, o queriendo olvidar, que el primer toque y la movilidad son uno de los factores asociativos más complejos de afrontar para una defensa. La temporada de Messi es buena y, si la temporada de Messi es buena, sin querer desvalorizar méritos ajenos, siempre va a estar entre esos tres primeros.



Por: Lluís Fullana (@lluisfullana)

jueves, 30 de junio de 2016

Leo sin abrir los ojos

Recuerdo cuando, en plena edad del pavo, tenía problemas con mi madre. Ella, preocupándose por mí como por nadie, me llevaba a todos lados, me preparaba la comida, me arreglaba el cuarto y, en general, me lo daba todo. Sin embargo, yo me olvidaba de ello cuando no me dejaba ir a casa de un amigo. Ese tipo de actitud infantil es la adoptada por parte del colectivo argentino con Messi. Sí, con Messi. Parece mentira que Leo tenga que demostrar algo a estas alturas, como si los argentinos vivieran en un mundo paralelo al del rosarino que, más allá del charco, ha liderado a un equipo para la historia y se ha consagrado como el jugador que domina el fútbol.

Su reto, en este caso, era la Copa América Centenario y, sobre todo, convencer a su afición de que era capaz de conseguir su coincidente admiración. Llegaba tocado, con las típicas molestias que le obligan a dominar el partido de una manera bastante insultante: caminando. En su primer partido (el segundo del equipo) salió en el 61' y se dedicó a pasárselo bien. Hat­-trick en 20 minutos y a otra cosa. El segundo fue más discretito. Aún así, la poca resistencia que opuso la selección boliviana, podía hacer prescindir de una gran actuación individual de 'la pulga'. Cuartos. El rival era una Venezuela que había dejado fuera a Uruguay y que llegaba con mucha confianza e ilusión, la necesaria para plantar cara a la que parecía la indiscutible campeona en potencia. Pero Messi no entiende de juegos emotivos. Ni diez minutos y ya le había dibujado el pase del torneo a un Higuaín que lo aprovechó, y de qué manera. En definitiva, sin dejarse la vida, el chiquitín volvía a ser decisivo y se metía en semifinales, dónde esperaba Estados Unidos. Pero, una vez más, iba a acabar prontito con las esperanzas de, en esta ocasión, la anfitriona. Asistencia monumental a Lavezzi a los tres minutos de partido y golazo de falta a la media hora. El 'Pipa' adornaría el marcador y sentenciaría el pase a la final.

La final merece otro párrafo. Tercera final de Messi con la selección argentina en los tres últimos veranos. Las dos anteriores se habían perdido trágicamente, factor demasiado presente en la tensa mente de Leo. Si además de tal presión, Higuaín te erra ocasiones claras para encarrilar el título, pues ya te empieza a sonar un poco la historia. La cuestión es que Messi no estuvo a su nivel y falló el primer penalti albiceleste de la tanda que exigía el 0-­0. Argentina iba a perder su tercera final consecutiva en torneos de selecciones y las críticas, una vez más, iban dirigidas a 'la pulga'.

Iban dirigidas al jugador que se había puesto el equipo a la espalda, teniéndola resentida. Al mejor futbolista del torneo. Al jugador que, hoy en día, siendo el mejor del planeta, prefiere contar con el unánime apoyo de su país antes que conseguir cualquier otro logro. Pero no lo ha conseguido y, después del partido, consideraba que no lo iba a conseguir jamás. El jugador de la época tiene que retirarse de su selección a los 29 años. Suena escalofriante.

Dentro de dos años, el país entero se estará arrastrando para que Leo haga la vista gorda con todo el desagradecimiento recibido. Igual será demasiado tarde, pues a Leo se le quiere mucho en Barcelona, gane o pierda, marque o falle.

Por: Lluís Fullana (@lluisfullana)

martes, 28 de junio de 2016

La Voz de la Conciencia (I): Fairytale

Moscú, 16 de mayo de 2009. El noruego Alexander Rybak gana el Festival de Eurovisión con su canción "Fairytale". Y lo hace con una diferencia abismal sobre el segundo clasificado, que no es otro que Islandia. A nadie le sorprende que los nórdicos ganen Eurovisión. De hecho, Suecia ha ganado dos de las últimas cinco ediciones y suma un total de seis triunfos; mientras que Noruega y Dinamarca tienen tres. Y suelen quedar por delante de Inglaterra -Reindo Unido para ser más exactos-. No sería para llevarnos las manos a la cabeza que los islandeses fueran capaces de superar a los británicos en Eurovisión.

Niza, 27 de junio de 2016. La selección inglesa cae por 1-2 en los octavos de final de la Eurocopa ante Islandia. No es Eurovisión. Lo más parecido a cantar es lo que hace Joe Hart en el segundo gol de los nórdicos. Los islandeses desplazados hasta Francia no cantan. Gritan. Gritan como vikingos. Gritan con fuerza. Hacen historia junto a sus jugadores. Roy Hogdson se lleva las manos a la cabeza. Dimite. Islandia pasa a cuartos.

El cuento de hadas de los de Hallgrimsson y Lagerback aspira incluso a eclipsar al del Leicester City de Ranieri y al de la Grecia de Rehhagel. Un cuento cuyo final aún está por escribir. De momento, han vencido a Holanda por partida doble -en Reykjavik y en Ámsterdam- en la fase de clasificación, dejándoles fuera de la Euro; han empatado con Portugal y Hungría, han ganado a Austria; y se han deshecho de una de las grandes, de Inglaterra, en octavos de final.

Podría parecer lógico que cayeran eliminados en cuartos ante la anfitriona Francia, de hecho, lo sería; pero habiendo desafiado a la lógica tantas veces, es una osadía atreverse a pronosticarlo. El Leicester también iba a perder.

Su juego es básico. Saques de banda largos de Gunnarsson, faltas, córners y balones a los puntas buscando aprovechar las segundas jugadas. Y defender. Defender unidos, más o menos ordenados. Resistir. Y dominar el juego aéreo. Y correr. Parecen previsibles, y lo son; pero nadie ha sido capaz de ganarles. Absolutamente nadie.

Tienen un once definido, las ideas -sencillas- muy claras, y el apoyo de todo un país, eso sí, pequeñito. Su población es similar a la de Alicante o Córdoba. Imaginad a la selección de La Rioja eliminando a la Inglaterra por un momento. Pues eso. Los islandeses recogen ahora los frutos de un trabajo que vienen realizando desde hace tiempo con el objetivo de ser competitivos. Un proyecto bien cimentado desde la base, pero que está alcanzando cotas insospechadas.

En el año de los cuentos de hadas, Islandia tiene el suyo, aún inconcluso, pero repleto ya de una dosis de épica que les va a colocar, por primera vez, en las estanterías principales de la gran librería que es la historia del fútbol.


Por: Jon Fernández Mur (@Mur_98)